sábado, 11 de julio de 2015

Voluntaria de la tercera edad

Recién llegado a Toronto por problemas con los vuelos, que hicieron que mi viaje fuera de 50 horas, me encuentro con gente que me cambió la cara, una mujer realmente dispuesta a ayudar y mostrar toda la amabilidad de los habitantes de Toronto y sus alrededores. Desde regalarme un pin hasta la enorme sonrisa y predisposición con la que fui ayudado. Aquí la gente se compromete a hacer sentir bien al visitante. A la edad de la señora que en lugar de estar tomándose un te en su casa mirando televisión o disfrutando de sus nietos, decidió colaborar con la ciudad y su imagen a toda America. Una abuela-pendex que no encontramos a menudo, y que aquí en Canada ya encontré varias de ellas.

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