lunes, 24 de octubre de 2011

Una tarde en la Villa Panamericana


Me fui una tarde a dar una vuelta por la Villa Panamericana, y después conseguir los pases necesarios para ello, ingresé en lo que se llama Sector Internacional, donde los atletas pueden encontrarse con familiares y amigos, y se toman unos helados, compran souvenirs, también te venden chips de celulares, hay un ciber, un patiecito de comidas, y hasta un escenario que por las tardes hacen representaciones musicales y de teatro. Es el lugar donde los atletas se distraen y confraternizan con otras delegaciones, un crisol de razas que llama la atención, es América toda en un solo lugar.
Para moverse aquí y poder ingresar hay controles muy estrictos, además de la credencial te chequean todo lo que uno lleva en la mochila y hay que pasar por los controles de metales, como si estuviéramos en un aeropuerto a punto de tomar un vuelo. A cada momento te chequean, hay este tipo de controles en cada acceso o puerta.
Y luego esta el sector exclusivo de los atletas, donde estando en la zona de edificios de alojamientos me encontré con nuestro Andrés González, el nadador sanfrancisqueño que si bien ya había terminado su participación en los Juegos, estaba esperando a tomar su vuelo que lo llevaría a EEUU por unos días para luego retornar a Argentina.
Allí charlamos de todo con Andrés, me contó de su bronca por la baja performance que tuvo en su especialidad de los 200 mts. mariposa, donde sus tiempos fueron muy altos comparados con lo que el esta acostumbrado a nadar. Y se quedo con las ganas de estar por lo menos en la final para pelear una medalla, accesible de acuerdo con sus marcas promedio y los tiempos registrados en las clasificaciones por los demás competidores.  Y más difícil de aceptar fue el resultado final luego de haberse preparado durante meses en EEUU y haber trabajado duro por su objetivo. A veces los resultados no son los esperados, pero hay que valorar el entrenamiento realizado a conciencia y pensar que tiene por delante conseguir las marcas para poder estar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, su nuevo objetivo para los próximos meses.
Luego de ello me acompaño a recorrer las instalaciones de la Villa Panamericana mientras me contaba como era la vida del deportista allí dentro. Pasamos por el comedor de los atletas, enorme carpa donde todo el tiempo hay gente almorzando, cenando, tomando algo. Y fuimos a los espacios comunes, donde los deportistas de elite parecen ya personas de carne y hueso, que compran, se toman un helado y hasta pueden probar una copita de tequila en un stand promocional.
Y así, dando unas vueltas lo encontramos a Maximiliano Almada, que con sus 19 años ya consiguió un bronce panamericano. Salía de comprar algunos souvenirs porque ya estaba pegando la vuelta a Argentina. Estaba muy contento por el logro y todo lo aprendido al correr al lado de Walter Pérez, nuestro abanderado y medallista de oro olímpico. Maxi tiene mucho por delante, y seguramente podrá conseguir mas medallas para el ciclismo argentino en un futuro, y ya le está apuntando a  su gran meta que es estar en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Y luego Andrés me acompaño a retirar mi pasaporte y a tomar el bus para ver otros eventos, de los tantos que hay para observar aquí. Y me fui en el bus (“camión” para los mexicanos) con las chicas del Softball y los muchachos de la Gimnasia argentinos, que iban a ver y a alentar a las chicas del básquet femenino, muy divertida la experiencia de compartir un trayecto con representantes argentinos, disfrazados de hinchas,  con cánticos alusivos incluidos.
Un gran anfitrión me había recibido en la Villa Panamericana, con su mejor predisposición y su calidez humana me hizo sentir como en mi casa, y con deportistas como él, que con esfuerzo le siguen apostando a progresar y conseguir logros deportivos, estemos seguros que estamos bien representados y habrá revancha muy pronto para nuestro Andrés González.

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