Hoy paseando por el centro de la ciudad, mirando
hacia abajo y tratando de setear la cámara para sacar una foto, me encontré con
una mujer que me ofrecía como unas plantitas, me decía que era un regalo y me
lo ponía en la mano. Entre el calor y el sol del mediodía estaba un poco
aturdido y me costo reaccionar. Hasta que le vi un jarrito que sostenía con el
brazo en su cintura… Claro, era el viejo truco de las mujeres que te leen el
futuro y después, mas que leerlo, te dejan sin tu futuro almuerzo, porque se
quedan en un abrir y cerrar de ojos con tus pesitos destinados a comprar un
sándwich o una cervecita.
Cuando levante la vista mis compañeros habían
huido, estaban fácil a 30
metros , y esta mujer ya me estaba tomando de la mano,
colocando la palma hacia arriba para leerme la suerte.
Mi reacción fue rápida por suerte, recogí mi
mano y escape caminando a toda velocidad mientras la mujer me decía: “Ven, que
solo quiero ayudarte”.
No volví la vista atrás, por las dudas…
Mientras pensaba, que inmenso que es el mundo y en muchos lugares se repiten
situaciones similares… Y pensar que hay gente que cae en estas trampas.
Por suerte olvide rápidamente el incidente
cuando comencé a ver los alrededores de la catedral de Sevilla con sus mateos
listos para llevarte a dar un paseo en carruaje. Esto me trajo recuerdos personales, por lo que hubo
un par de fotos, especiales para mi mujer, quien soñaba con llegar a la iglesia
en un mateo con dos caballos blancos el día de nuestro casamiento. Anécdota
aparte, estuvimos meses buscándolo para la boda, y no pare hasta tratar de
cumplirle el sueño. Finalmente conseguimos una hermosa jardinera, con un reluciente
caballo marrón, no era blanco pero si muy manso y dócil. Claro, la que debía
lucirse era la novia, que ese día llego en carruaje al igual que Cenicienta y
cumplió su sueño, que seguramente otras novias disfrutaran casi de la misma
manera cuando su hombre las invita a dar un paseo en mateo por las calles
empedradas de Sevilla.
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