La sensación de la derrota en
estas instancias tempranas es dolorosa. Lo sentimos quienes estuvimos en el
estadio, más aun luego de un primer tiempo que invitaba a soñar con una victoria.
Los nervios se comieron a los dos equipos en esa primera etapa, solamente que
Argentina tuvo en Prigioni una vía importante de gol y Brasil no embocaba el
aro. Fue un momento donde el peso de un partido tan decisivo los paralizó a
ambos, y en eso estuvo un poco más certero nuestro equipo.
Lamentablemente al comienzo de la
segunda parte se le cerró el aro a los jugadores argentinos, que durante varios
minutos no convirtieron, Scola falló cuatro libres seguidos y eso hizo que
Brasil vaya tomando confianza y de a poco fuera avanzando en el marcador para
aplastar a un equipo nacional que se fue desdibujando hasta terminar de
rodillas.
Y en los minutos finales Brasil
fue un carnaval, porque se floreó y convirtió todo lo que no había podido al
comienzo del partido. La táctica empleada por Rubén Magnano siempre fue la
correcta, solo que al comienzo el nerviosismo de sus jugadores no la llevaron a
buen término.
Esta vez, los nervios terminaron
traicionando a Argentina, que le dio vida a Brasil en un momento clave y este
rival no lo desaprovechó. Y nos propinó una derrota que hará historia, una
derrota que fue un mazazo para los jugadores importantes de este equipo, esos
que no tuvieron una buena noche. Scola habló después pero en un momento se
quebró y no quiso más. El entrenador nos decía que este era su último partido
como entrenador nacional. Se vendrá un nuevo proceso en esta selección. Una
derrota así golpea a cualquiera y genera cambios, que seguramente vendrán bien
de cara al futuro.
Se esta vaciando el estadio en
estos momentos, se escuchan solo unos pequeños ruidos a los que inunda el
silencio, ese que viviremos cuando vayamos a descansar y nos sintamos vacíos,
porque esta vez con la garra no alcanzó, porque esta vez la historia la
escribió Brasil y nos dejó fuera del Mundial.
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