Así termino cantando la hinchada argentina
mientras transcurrían los últimos minutos de juego, mientras “los grandes” en
el banco hacían bromas, sonreían, disfrutaban del momento y revoleaban las
toallas mirando a las tribunas. Esa síntesis de emociones nos cuenta la
historia del partido.
La expectativa que había despertado este choque
no se cumplió. Senegal fue mucho menos de lo que mostró en sus juegos
anteriores y Argentina fue más, demostrando una amplia superioridad. Entonces
el partido fue muy desigual, friccionado por momentos, y con poco brillo. Y el
mérito fue todo del vencedor, que hizo volver a la realidad a la sorpresa de
este grupo, un equipo como Senegal, que por haber derrotado a dos equipos
fuertes y con historia creyó que podía seguir soñando.
Desde el comienzo la premisa de Argentina fue
defender duro, y eso hizo el equipo durante casi todo el juego. Fue un partido
tácticamente perfecto, donde si bien por pasajes nuestra selección se quedó sin
gol y el partido se tornó aburrido, los jugadores argentinos lo disfrutaron y
mucho, porque por primera vez jugaron todos. Hubo quienes tenían ya pocas
chances de jugar y hoy debutaron en el mundial, como Bortolín y Gallizzi, y que
también convirtieron sus primeros puntos. También hubo pasajes en el segundo
cuarto donde ya estaba en cancha un equipo surgido del banco de suplentes, y no
tuvo inconvenientes en mantener la ventaja y estirarla. Eso le fue dando
confianza al equipo y ya no importó quien estaba en cancha, había que defender
y al funcionar ese aspecto, no había de que preocuparse. Senegal estaba cada
vez más errático, perdía pelotas y ya no asustaba con su potencia física. Todos
sus jugadores terminaron con valoración negativa, mientras que por Argentina en
ningún caso fue así.
Importante victoria de nuestra selección que
sigue sumando victorias y rodaje, esta vez jugando según lo planeado, lo cual
reconforta, y con la alegría de que todos pudieron ingresar al partido. El
grupo de jugadores así lo entendió y la gente también, y lo vivió el estadio en
el momento que desde las gradas bajaba el “¡Vamos los pibes, vamos los pibes!”
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