La decisión de visitar un museo tan famoso, uno
de los más conocidos del mundo como el Museo del Prado en Madrid, no es nada osado
ni de otro mundo, es más, es una de las visitas turísticas que hay que hacer en
la capital española.
Lo interesante de este museo es que están todos
los pintores españoles desde el año 1500 al año 1800, los mejores y los más
famosos de esas épocas. A estos los complementan diversas obras de pintura alemana,
francesa, flamenca, italiana, británica y holandesa.
No pensemos que hay que ser un experto en
pinturas para ello, tampoco tiene porqué gustarnos el arte de colorear un
lienzo. En un lugar así se descubre la vida en la época medieval, podemos saber
por donde transcurría la historia en aquellos lejanos tiempos de reyes, cortes,
doncellas y bufones. Y la religiosidad y la importancia del cristianismo, sin
dejar de lado tampoco creencias mitológicas.
Todas esas imágenes llaman la atención, y en mi
caso particular, trasladándolas a nuestros días, se puede llegar a hacer una
comparación y relacionarlas de alguna manera.
En aquellas épocas la gente se retrataba,
contrataba un pintor para que inmortalice su figura y la magnifique.
Seguramente no era lo mismo que te pinte un Diego Velázquez que un don nadie, y
eso a nivel social daba relevancia. Por su puesto que sólo lo hacía la gente de
mucho dinero. Hay reyes, condes y duquesas, mucha realeza ilustrando momentos
importantes de sus vidas, o la clásica pose familiar, que en nuestros días
llamaríamos la foto familiar luego de una reunión o de un cumpleaños. Y hasta
famosos autorretratos de pintores que hoy llamaríamos una “selfie”, ¿ o no
sería algo así ?.
Claro, en esas épocas no existía la fotografía,
entonces la pintura cumplía ese rol. Como el de los grandes cuadros o murales
inmortalizando batallas, capitulaciones de alguna ciudad conquistada o ciertos
momentos de la vida cotidiana de una ciudad, como juzgamientos en época de la
Inquisición en plena Plaza Mayor de Madrid.
Muchas obras también han sido rescatadas de
conventos o iglesias importantes, ya que por encargo de la iglesia o de
benefactores importantes, se pintaban imágenes de la vida de santos, santas,
vírgenes, ángeles y momentos bíblicos,.
Aquí encontramos obras como “El caballero de la
mano en el pecho” de El Greco, “La Inmaculada Concepción” de Tiepolo, “Las tres
gracias” de Rubens, “Las meninas” de Velazquez, “La maja desnuda” de Goya, las
cuales son muy conocidas y les llegan a los visitantes. En fin, el arte también
es cuestión de gustos, y eso es muy personal, por más que quienes conocen de
ello nos den todas las explicaciones de porqué una pintura es tan destacada y
reconocida.
Darse una vuelta por el Museo del Prado es
vivir nuevas sensaciones, es despertar sentidos ocultos y abrir la mente, es
pensar en otros tiempos y conocer la historia, esa que a veces nos cuentan los
libros y otras veces nos la cuentan estos grandes artistas con un simple pincel
y acuarelas de colores.
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