lunes, 20 de septiembre de 2010

Diario de Viaje

Mis primeros días en Siria

Hace unos días que llegué a Siria, crucé la frontera de manera terrestre, lo cual me llevó su tiempo pero fue muy interesante descubrir cómo hace la gente común para ir de Turquía a Siria o viceversa. Es tanto o más tedioso que el cruce de nuestras fronteras con Uruguay en época de vacaciones. Los oficiales de migraciones cargan a mano los datos de los pasaportes en una computadora, en mi caso, lo estudiaron al detalle, y al ver que era argentino, se entabló una conversación futbolística con el oficial, ya que aquí son fanáticos del Real Madrid o del Barsa.
Al arribar a Alepo sentí el shock cultural, aunque a algunos les parezca lo mismo Turquía que Siria, el país de los turcos es bastante occidental, en especial Estambul. Aquí, estamos hablando de la República Árabe de Siria, con todo lo que ello implica, comenzando por el alfabeto árabe, donde es más difícil comunicarse con la gente, y es imposible leer un nombre o reconocer un número. Por lo tanto, y al igual que me sucedió en otros países de este estilo, sólo atinaba a pagar con un billete grande y que me den vuelto, por lo que al día de hoy transformé mi bolsillo en una alcancía, lleno de monedas, difícil de identificar su valor ya que todavía no comprendo los números en árabe. Dichosos y felices quienes me han pedido que les lleve monedas de recuerdo.
Algo muy interesante en Alepo es que existe una calle llamada la “calle de los jugos”, donde al mejor estilo brasilero, preparan tanto licuados como jugos de fruta, y mucha gente se acerca para tomarse un cocktail, a la hora del día que sea. Para este trago primaveral mezclan banana, manzana, miel, azúcar, y jugos de cereza y de fresa. Lo más curioso, es que la miel la sacan de una fuente, donde en una bolsa de nylon tienen envuelto el panal o colmena con las abejas adentro, y mediante una especie de goteo, van sacando la miel.
Hoy en Siria, y después de varias semanas de viaje, encontré a la famosa “turca”, esa mujer que atiende en la panadería o en la despensa del barrio, y que no había visto después de un par de semanas en Turquía. Con rasgos bien marcados, nariz ancha, amplia sonrisa, hermosos ojos negros y cejas que no pasan desapercibidas. Reflexionando un poco, esa mujer que en Argentina llamamos la turca, seguramente tiene antepasados sirios. Lo que puede haber llevado a la confusión es que el actual territorio de Siria, fue ocupado por los turcos otomanos hasta el fin de la primera guerra mundial, por lo que al llegar a nuestro país los inmigrantes provenientes de Siria, tenían pasaporte de Turquía.
Ahora que estoy más integrado a sus costumbres, puedo disfrutar de este fascinante país, extraño para nuestra cultura occidental, interesante para abrir la mente, y no equivocar nuestros pensamientos cuando desde otros lugares primermundistas nos hablan de estos países tan lejanos a nuestra realidad.

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