jueves, 16 de septiembre de 2010

El Guía Sirio-Argentino

(Por Diego Favot, enviado especial)

Nuestro guía sirio y amigo Samaan Gigí, a quien los argentinos llamamos Simón, es un asirio nacido en Alepo allá por 1943. Sus padres son nacidos en el sur de Turquía, cerca de Gaziantep, y por cuestiones político-religiosas se instalaron en Alepo, ciudad muy antigua del norte de Siria.
A los 19 años, junto con su hermano, decidieron emigrar a Venezuela. Luego de unos años allí, recalaron en la Argentina, país que los recibió con los brazos abiertos. “Argentina es un país que recibe a los extranjeros con mucho afecto, los adopta y nunca hace cuestiones de donde vienen, siempre son bienvenidos”, nos decía Simón, quien además nos comentaba que en Venezuela eso era muy diferente.
Durante su vida, nuestro guía sirio, fue y volvió tanto a Venezuela como a Siria, pero siempre retornaba a la ciudad de Córdoba, donde se casó con una descendiente de armenios y formó una familia.
Hace 2 años y medio, Simón se volvió a Siria, su país natal donde vive su hermano y sus familiares. Pero, en Argentina están su mujer, de la cual está separado, y sus hijos, dos varones y una mujer que es la más pequeña. Con su hija de 14 años chatea y se ven a través de video casi todas las noches, además de que aprovechan a jugar al backgamon por internet, un juego muy popular aquí.

- Simón, ¿sentís que sos argentino o sirio?
- Yo en Siria me siento sirio, y en Argentina me siento argentino. Amo mucho a Argentina ya que siempre me recibió muy bien y si tuviera trabajo allá me gustaría volver. En este mundial de futbol seguí todos los partidos y sufrí cuando perdimos con Alemania. Aquí en Alepo la gente hacía fuerza por Argentina, iban a la plaza principal donde había pantallas gigantes con camisetas argentinas y banderas. Y no sabés lo que han perdido en las apuestas después de la eliminación, y encima por 4 a 0!
- ¿Qué extrañás de Argentina?
- Extraño el asado, y un buen vino. Acá, si bien se come carne, no se come asado, se come carne mas bien molida, se come el “kipe” y el “kebab”. Y por supuesto extraño mucho a mis hijos, en especial a mi nena, que es adolescente, me extraña, y no entiende estas cuestiones de pareja que hicieron que me separe con su madre.
- ¿Te gustaría volver a Argentina?
- Sí, seguro, tengo muchos amigos allá. Probablemente vaya el año próximo para el cumpleaños de 15 de mi hija. No es fácil juntar la plata para viajar y estar allá un tiempo. Volver a vivir allá es muy difícil para mí. Yo tengo que pensar en mi futuro y en como vivir mi vejez.

            Simón nos cuenta que aquí en Siria no hay problemas de inseguridad alguna, cuestión fácilmente comprobable, ya que no hay policías en la calle. A veces, hay algún puestito policial, sin sentido para nuestro amigo. “Mirá las joyerías, kilos de oro en las vidrieras, una al lado de otra, y no pasa nada. Acá si alguien entra a robar, lo agarran entre todos los presentes, le dan una golpiza y lo llevan a la policía. Y ningún abogado va a ir a defenderlo. Hace unos años, una banda de delincuentes robaron y mataron a un joyero, a los pocos días los encontraron y en menos de un mes los sentenciaron a morir ahorcados”, nos comenta con total normalidad. “Aquí las mujeres pueden salir solas o en grupo, a la hora de la noche que sea, que nadie las va a tocar ni decir nada”, insiste.
            En estos días Simón se dedicará a conseguir los encargos realizados por su amigo Manuel Abrahamian, unas sandalias que sólo se consiguen aquí y algunas semillas frutales, típicas de la zona. Y sin dudas, Simón le enviará una nota a Manuel, invitándolo un anís o un café, aquí en Alepo, la ciudad que los vio nacer y donde tienen los mejores recuerdos de juventud, esos que nunca se olvidan y siempre vienen a la memoria, por más tiempo que haya transcurrido y por más kilómetros de distancia que los separen.

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